Dejando al margen el dramático descenso de la especie en Extremadura, me gustaría dedicar esta entrada a uno de los aspectos menos conocidos de la biología de la especie, como son sus morfos de coloración. Es bien sabido que dentro de las poblaciones de aguilucho cenizo existe un morfo oscuro o melánico, como suele denominarse equívocamente, cuya abundancia desigual en las poblaciones ibéricas hace suponer que no responde a causas aleatorias y si a factores ambientales, o al menos en parte. Aunque en principio estos plumajes nacen de una mutación (en este caso melanismo o eumelanismo, que responde a una mayor concentración de eumelaninas y que no afecta aunque no se manifiesten en el plumaje, a la concentración de feomelaninas; más información sobre aberraciones cromáticas) una vez que estos caracteres se estabilizan y afectan a un porcentaje de la población es más apropiado hablar de morfos, como en el caso del aguilucho cenizo. Además de estar sujeto a variables ambientales y ofrecer ciertas ventajas adaptativas dentro de su distribución (calor, lluvia, camuflaje, etc.) el melanismo en las aves está relacionado con efectos fisiologicos, como una mayor resistencia al estrés, mayor protección frente a la oxidación o una mayor agresividad.
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Macho de morfo oscuro de aguilucho cenizo (Circus pygargus). Villafáfila (ZA) 27/05/2009. Fotografía: Luis Martínez |