miércoles, 19 de diciembre de 2018

Escapada ornitológica a Marruecos (II): Er-Rachidia, Merzouga, Rissani y Tinerhir

Segunda parte de nuestra escapada de pajareo a Marruecos. Después de la primera etapa, durante la cual atravesamos el Atlas desde Fez hasta Midelt, pusimos rumbo a Merzouga, donde las dunas de Erg Chebbi nos esperaban. Tras cubrir aproximadamente la mitad del recorrido que nos restaba en esta etapa, nos detuvimos cerca de Er-Rachidia, donde pudimos observar algunas especies nuevas para nosotros, como la cogujada magrebí (Galerida macrorhyncha) recientemente separada de la cogujada común (Galerida cristata) y que ocupa el sur de Marruecos, Argelia y Mauritania, así como otras especies, entre las que se encontraban las primeras terreras saharianas (Ammomanes deserti) y collalbas desérticas (Oenanthe deserti) además de las frecuentes collalbas yebélicas o collabas negras de Brehm (Oenanthe leucopyga).


Dunas de Erg Chebbi 29/11/18

Cogujada magrebí (Galerida macrorhyncha)

Terrera sahariana (Ammomanes deserti)

Macho de collalba desértica (Oenanthe deserti

Macho de collalba yebélica (Oenanthe leucopyga)


Conforme seguíamos avanzando hacia el sur, las áreas abiertas se iban adueñando del paisaje, e innumerables referencias a yacimientos y negocios vinculados a los fósiles salpicaban todo el recorrido. No es para menos, nos acercábamos a Erfoud, que en otro tiempo fue un habitado lecho marino. Marruecos posee un rico patrimonio paleontológico. Durante el período Devónico, hace unos 380 millones de años, el Sáhara Marroquí fue un gran océano prehistórico, antecesor del Mar Mediterráneo. El sudeste del Sáhara Marroquí es ahora una rica fuente de un gran número de fósiles, de la que hacen uso numerosos comerciantes de la región, ya que la extracción, al encontrarse en zonas de roca desnuda, no es especialmente compleja. Poco antes de dicha ciudad, el Rio Ziz es represado y canalizado para abastecer inmensos palmerales. Junto a la represa se forman en época de lluvias unas pequeñas tablas que pueden resultar de interés para la observación de aves, así como el hábitat arbustivo asociado, que presenta algunas especies de interés. Allí realizamos una breve parada que aportó a nuestra lista algunas de las especies objetivo, como el colirrojo diademado (Phoenicurus moussieri), la curruca del Atlas o de Tristam (Sylvia deserticola) y la prinia desértica (Scotocerca inquieta theresae) un pequeño buitrón de cola larga y medios áridos, difícil de observar debido a su esquivo y tímido comportamiento y que ocupa algunas zonas de oriente medio y la franja central del norte de África. También en esta zona pudimos fotografiar un macho de lavandera blanca (Motacilla alba subpersonata) de la subespecie marroquí, abundante al igual que la ssp. alba durante todo el recorrido.


Ensanchamiento del río Ziz cerca de la represa.

Hembra de colirrojo diademado (Phoenicorus moussieri)

Hembra de curruca del Atlas (Sylvia deserticola)

Prinia desértica (Scotocerca inquieta)

Macho de lavandera blanca (Motacilla alba subpersonata)


Desde allí continuamos sin más paradas hasta Erg Chebbi, un pequeño y turístico conjunto de dunas en el sudeste Marroquí, cerca de la frontera con Argelia. Pese a su pequeño tamaño, de apenas 22 km de largo por 5 km de ancho, impresiona a la par que cautiva. Sus imponentes dunas, que pueden alcanzar los 150 metros de altura, son visitadas por numerosos turistas que buscan deleitarse con los paisajes y la hospitalidad marroquí, especialmente durante la primavera y el otoño, quedando relegado el verano a un turismo terapéutico que busca mitigar su reumatismo a través de baños en la abrasadora arena, que puede llegar a alcanzar los 54 ºC. Durante las últimas décadas también se ha consolidado poco a poco como un interesante destino ornitológico, ya que en la zona es posible observar algunas de las especies saharianas que hacen las delicias de muchos pajareros europeos, entre las que cabe destacar el gorrión sahariano o del desierto (Passer simplex) que tan solo puede observarse en esta zona de Marruecos. En su infructuosa búsqueda invertimos las horas que restaban antes de quedar con Mohamed, quien regenta junto a su hermano Mustafa el Oasis Merzouga, un idílico campamento de jaimas en pleno Erg Chebbi donde pasaríamos la noche. Durante nuestra búsqueda disfrutamos de algunas nuevas especies, como el cuervo desertícola (Corvus ruficollis), la terrera colinegra (Ammomanes cinctura) o la alondra ibis (Alaemon alaudipes) que resultó ser algo más habitual de lo esperado, y a la cual se detectaba fácilmente en algunas ocasiones gracias a su canto aflautado, que también emitía en estas fechas.
  

Entorno de las dunas de Erg Chebbi

Alondra ibis (Alaemon alaudipes)

Terrera colinegra (Ammomanes cinctura)


Tras el rato de pajareo, llegamos a Merzouga en torno a las 17:00 h donde nos esperaba Mohamed para llevarnos al campamento de jaimas. Merzouga es una pequeña población que desciende de los nómadas bereberes que tiempo atrás habitaron la zona, y donde aquella ganadería y agricultura de subsistencia ha ido dejando paso al turismo. Tras comprar algunas provisiones le acompañamos hasta su casa, donde amablemente nos permitió dejar el coche alquilado durante la noche que pasaríamos en el oasis. Allí vino a buscarnos Rachid, un experimentado conductor que nos llevaría junto con Mohamed, a través de las dunas en un flamante 4x4, ya que en nuestro caso no optamos por la opción habitual que es desplazarse en dromedario, y que otras razones aparte, nos hubiera demorado demasiado. Emprendimos camino con la caída de sol, y apenas habían transcurrido unos pocos minutos cuando de repente, en mitad de las roderas que hacían las veces de indicaciones en aquel mar de arena, localizamos para nuestra sorpresa un grupo de seis gorriones saharianos (Passer simplex) los cuales nos detuvimos a ver por unos pocos minutos. Muy contentos con la observación proseguimos la marcha, pues aun nos aguardaban varias sorpresas más. 


Atravesando Erg Chebbi rumbo al Oasis Merzouga

Varios machos de gorrión sahariano (Passer simplex)

Entrada del Oasis Merzouga


La primera de ellas sin duda, fue descubrir en persona tan fascinante lugar donde pasaríamos la noche. Rodeado de arena, y a la falda de una de las dunas más grandes del conjunto de Erg Chebbi, se erigía un pequeño bosquete de palmeras, adelfas y eucaliptos, salpicado de pequeñas y acogedoras jaimas que se sustentaban gracias a un entramado de caña. La edad de algunos de aquellos arboles delataba que el campamento llevaba en funcionamiento muchos años, concretamente desde 1996 como nos contaría posteriormente Mohamed. El auge del turismo durante las últimas dos décadas ha propiciado un aumento considerable de este tipo de alojamientos, y cada nuevo hotel que se construye en torno al complejo de dunas no tarda en ofertar este tipo de servicios de manera propia, por lo que los alojamientos que no dependen de ningún hotel, como es el caso del Oasis Merzouga, cada vez cuentan con menos visitantes. En nuestro caso, después de mirar diferentes alojamientos escogimos este por parecernos el más artesanal y auténtico de cuantos miramos, y la verdad que fue un acierto, tanto por el sitio como por el trato recibido. Tras dejar el equipaje en las tiendas, ascendimos a hasta una duna de mediano tamaño para disfrutar del atardecer. Tan solo contemplar como la caída del sol dejaba paso a un cielo abarrotado de estrellas en aquel medio tan fascinante como hostíl, ya se puede considerar un auténtico lujo, pero por si eso fuera poco, y como si hubiera escuchado nuestras peticiones, un búho desértico (Bubo ascalaphus) se posó en unas dunas cercanas para poner el broche final a un gran día. Cuando decidió volar y desaparecer en la noche, nos pertrechamos con linternas y frontales en busca de la abundante vida nocturna que delataba la infinidad de rastros presentes en la arena, un paraíso para los rastreadores, aunque en nuestro caso solo dimos con un par de mariposas nocturnas y algún escarabajo...  Ya solo quedaba disfrutar de la copiosa y riquísima cena que habían preparado nuestros anfitriones, con quienes pasamos un agradable rato de charla y percusión junto al calor de la hoguera, sin duda un bonito momento a recordar en el viaje.


Vista del Oasis Merzouga

Algunos de los muchos rastros presentes en las dunas

Atardecer en Erg Chebbi

Caravana de dromedarios cruzando las dunas al atardecer

Búho desértico (Bubo ascalaphus) sobre las dunas

Algunos de los platos con los que nos agasajaron durante la cena


A la mañana siguiente nos levantamos poco antes del amanecer, para aprovechar nuestras últimas horas en este increíble paraje. Tras disfrutar de la salida del sol, nos entretuvimos buscando aves en las inmediaciones del oasis hasta la hora del desayuno, no tardando en localizar algunos gorriones saharianos que utilizan varias de las palmeras del campamento para pasar la noche, en compañía de numerosos gorriones comunes (Passer domesticus). Una pareja de alcaudones norteños (Lanius excubitor elegans) emitía extraños sonidos desde las perchas mas altas, mientras que algunos cuervos desertícolas sobrevolaban la zona, posándose dos de ellos muy cerca de nosotros. Tras reponer fuerzas con un desayuno completo al estilo marroquí, que incluía té, café, un revuelto de verduras, queso, miel, mantequilla, mermeladas, aceitunas y varios tipos de tortas, y muy a nuestro pesar, emprendimos a petición propia el regreso a Merzouga por un camino diferente al que nos trajeron el día anterior, por si de esa forma dábamos con alguna especie de interés, aunque no fue el caso. Tras despedirnos de Mohamed y su familia, agradeciendo tan buena estancia y el trato tan amable recibido, visitamos brevemente el lago Dayec Srij. Allí observamos varias especies de acuáticas conocidas, entre las que destacaban unos pocos flamencos (Phoenicopterus roseus), algunos rabudos (Anas acuta), porrones europeos (Aythya ferina), tarros canelos (Tadorna ferruginea) y somormujos lavancos (Podiceps cristatus) junto a alondras ibis y terreras colinegras. 

Amanecer en el Oasis Merzouga

Cuervo desertícola (Corvus ruficollis)

Cuervo desertícola mostrando sus diagnósticas irisaciones rojizas

Lago Dayet Srij

Merzouga


Nos despedimos de Erg Chebbi con la sensación de haber vivido una de esas experiencias que no se olvidan nunca. Desde ahí pusimos rumbo a nuestro siguiente destino, Rissani, realizando una breve parada durante el camino para intentar observar curruca sahariana (Sylvia deserti). No tendríamos éxito con esta especie, ni en este ni en otros puntos del viaje, pero durante su búsqueda pudimos ver nuevamente alguna collalba desértica (Oenanthe deserti) que parecía observarnos desde su percha en lo alto de unos matorrales espinosos. Estos matorrales servían de refugio a nuestro paso a algunas lagartijas de Merzouga (Acanthodactylus dumerilii) que emprendían rápidamente la carrera en un suelo salpicado de lirios del Sahara (Androcymbium wyssianum) muy similares en aspecto a los Androcymbium gramineum de la costa marroquí y al endemismo ibérico A. europaeum, o como se le conoce en castellano, azafrán de cabo de Gata.


Rumbo a Rissani

Lirio del Sahara (Androcymbium wyssianum)

Lagartija de Merzouga (Acanthodactylus dumerilii)

Macho de collalba desértica (Oenanthe deserti)


Llegamos a Rissani a la hora de comer, por lo que paramos en un negocio local, cuyo propietario hablaba a la perfección castellano (algo habitual en el norte y el sur de Marruecos) donde nos prepararon una improvisada comida para llevar, a la cual añadió unas piezas de fruta como obsequio. El objetivo principal para visitar esta ciudad era observar turdoide rojizo (Turdoides fulva) un timálido de tamaño medio, carácter tímido y gregario, que aunque en nada tiene que ver, podría asemejarse con pequeños rabilargos (Cyanopica cooki). La búsqueda resultó más compleja de lo esperado, vagando durante cerca de dos horas por los inmensos y monótonos palmerales de la ciudades de Rissani y Metahra, sin observaciones reseñables salvo algunas perdices morunas (Alectoris barbara) y el sonido de los omnipresentes bulbules naranjeros (Pycnonotus barbatus). Tras todo este periplo agrario y cuando todo parecía perdido, localizamos un grupo familar de cinco individuos, el cual pudimos disfrutar durante unos minutos mientras se escondían y asomaban a través de las hojas de una densa palmera. 


Palmerales de Rissani

Perdiz moruna (Alectoris barbara)

Turdoide rojizo (Turdoides fulva)

Turdoide rojizo vigilándonos desde una palmera cercana

Palmerales a las afueras de Metahra


Tras esta estupenda observación, decidimos gastar lo que restaba del día en unos cortados rocosos al suroeste de Metahra donde está presente el búho desértico, con la intención de mejorar la observación del día anterior. Al cabo de un buen rato de búsqueda desistimos de tal propósito, al fin y al cabo aun nos quedaban otras localidades para la especie y nos esperaban unas horas de coche hasta llegar a nuestro alojamiento. Cuando nos disponíamos a marcharnos, un punto blanco que destacaba en el perfil del cortado llamó la atención de uno de los compañeros, tras revisarlo rápidamente, resultó ser un halcón borní (Falco biarmicus) que daba buena cuenta de una presa, a la cual, casi con seguridad, había dado caza momentos antes de montarnos en el coche. 


Cortados rocosos al suroeste de Metahra

Formaciones dunares sobre cortados rocosos, Metahra

Halcón borní (Falco biarmicus) con una una presa

Halcón borní en el momento de despegar el vuelo


Con esta excelente observación cerramos la jornada y recuperamos la carretera dirección Tinerhir, donde pasaríamos la noche en el Auberge Chez Aissa. A la mañana siguiente nos aguardaban las bastas extensiones cercanas a Boumalne Dades, y las gargantas del Todra, con especies, como la alondra sahariana (Eremophila bilopha), la calandria picogorda (Ramphocoris clotbey), el camachuelo trompetero (Bucanetes githagineus) o el avión isabelino (Ptyonoprogne fuligula) entre otras, pero eso ya queda para la siguiente entrada. 


Nuestra furgoneta en la inmensidad de los llanos de Boumalne Dades

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