jueves, 27 de diciembre de 2018

Escapada ornitológica a Marruecos (III): Tinerhir, Uarzazate, Oukaïmeden, Marrakech, El Yadida y Rabat

Tercera y última parte de nuestra escapada de pajareo a Marruecos. Después de la segunda etapa, durante la cual enlazamos Merzouga y las dunas de Erg Chebbi con la visita a Rissani, pusimos rumbo a Tinerhir, donde hicimos noche para al día siguiente visitar los llanos de Boumalne Dades. Allí llegamos con las primeras luces, en lo que sería nuestra última visita a un hábitat con presencia de la mayoría de especies típicamente desérticas, por lo que había que aprovechar la mañana. Tras un rato de búsqueda dimos con las primeras alondras saharianas (Eremophila bilopha) haciendo gala de su llamativo diseño cefálico. También se dejaron ver algunas collalbas culirrojas (Oenanthe moesta) y de manera más puntual camachuelos trompeteros (Bucanetes githagineus), collalbas negras (Oenanthe leucura) y yebélicas (Oenanthe leucopyga) y alguna terrera marismeña (Caladrella rufescens).

Llanos de Boumalne Dades a los pies del alto Atlas 01/12/2018

Alondra sahariana (Eremophila bilopha)

Macho de collalba culirroja (Oenanthe moesta)

Macho de camachuelo trompetero (Bucanetes githagineus)

Terrera marismeña (Calandrella rufescens)


Continuamos con el recorrido, que cubriría gran parte de los caminos presentes en la zona durante las 6 horas que anduvimos por allí. En bajo número fueron apareciendo otras especies como las terreras saharianas (Amomanes deserti) y colinegras (Amomanes cinctura), alondras ibís (Alaemon alaudipes) y numerosas gangas ortegas (Pterocles orientalis), aunque no las esperadas gangas moteadas (Pterocles senegallus) ni coronadas (Pterocles coronatus). Durante una de las paradas realizadas localizamos nuestra primera calandria picogorda (Ramphocoris clotbey) concretamente un macho, el cual nos permitió una buena observación. A los pocos minutos y desde el mismo punto, dimos con otra nueva especie para nosotros, una alondra cornuda (Eremophila alpestris) de diseño similar a su abundante congénere la alondra sahariana pero propia de mayores altitudes en zonas del alto Atlas, aunque también está presente en menor densidad en altiplanos como el Boulmane Dades. 


Macho de calandria picogorda (Ramphocoris clobtey)

Alondra cornuda (Eremophila alpestris)


También por allí se dejó ver el que sería nuestro último cuervo desertícola (Corvus ruficollis) del viaje y un solitario busardo moro (Buteo rufinus cirtensis) que oteaba la inmensidad de los llanos desde unas ruinas cercanas. Durante la ultima parte de nuestra visita a este paraje aun nos aguardaban varias sorpresas. La primera de ellas fue la observación de lo que probablemente fuera un jerbo de Libia (Meriones libycus) cuyas madrigueras se encontraban a los pies de arbustos espinosos en torno a algunas de las pocas escorrentías presentes en la zona, totalmente secas en estas fechas. La segunda fue localizar varios grupitos de chorlitos carambolos (Charadrius morinellus) en una de sus zonas de invernada, tan diferentes a los prados alpinos donde se reproducen.

Jerbo de Libia (Meriones libycus)

Busardo moro (Buteo rufinus cirtensis)

Uno de los 16 chorlitos carambolos (Charadrius morinellus)


Desde allí regresamos hasta Tinerhir para visitar las impresionantes gargantas del Todra, un espectacular encajonamiento del cauce con paredones superiores a los 100 metros de altura y varios kilómetros de longitud, una localidad muy visitada por turistas y escaladores. Entre algunos aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris) localizamos los que serían nuestros únicos aviones isabelinos (Ptyonoprogne fuligula) del viaje, muy similares en apariencia en determinadas condiciones de iluminación y posiciones de vuelo, así como una fugaz y solitaria ardilla moruna (Atlantoxerus getulus). 


Gargantas del Todra

Antiguas viviendas cercanas al palmeral de Ait Ismene 

Tinerhir


Ya con las últimas luces recuperamos la carretera dirección Uarzazate, deteniéndonos en los cortados rocosos cercanos a la kasbah de Tighrmet Tawihmant, sin duda uno de los mejores sitios para observar búho desértico (Bubo ascalaphus). Para nuestra sorpresa, nada más llegar allí se acercó hasta nuestra posición Yousuf, un habitante local que según parece se gana algo de dinero acompañando a los turistas que quieren observar a esta especie. Tras entendernos por señas con él, le seguimos hasta una zona cercana donde se encontraba descansando uno de los individuos de la pareja, del cual pudimos disfrutar a corta distancia. Tras agradecerle su amable trato y el habernos ahorrado un buen tiempo de búsqueda, recompensamos sus servicios, los cuales recomendamos encarecidamente. Ya casi de noche, mientras recogíamos los trastos antes de emprender la marcha hasta la ciudad de Uarzazate, de donde aun nos separaban más de dos horas de coche, pudimos escuchar y observar a los dos individuos de la pareja. Tras un anodino recorrido nocturno llegamos a nuestro siguiente alojamiento, el Luxury house Talya, un apartamento de precio muy asequible que cuenta con todas las comodidades, a lo que hay que añadir la amabilidad de Mohamed, su propietario, quien nos trató de manera exquisita durante nuestra estancia. Uarzazate es conocida por contar con los estudios cinematográficos más importantes de Marruecos, los Atlas Studios, donde se han rodado un gran número de películas, algunas de ellas tan conocidas como Lawrence de Arabia, La Guerra de las Galaxias, La Momia o Gladiator.


Búho desértico (Bubo ascalaphus) cerca de Tighrmet Tawihmant


A la mañana siguiente, ya más descansados, nos levantamos pronto para visitar Ait Ben Haddou, seguramente el pueblo fortificado o ksar mejor conservado de todo Marruecos, retratado en numerosas películas y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987. Allí realizamos sin éxito nuestra última y breve intentona de localizar alguna collalba magrebí (Oenanthe halophila) especie que finalmente se quedaría en el tintero en esta ocasión, destacando solo alguna tórtola senegalesa (Streptopelia senegalensis). Sin más dilación proseguimos con nuestro itinerario, pues durante esa jornada debíamos atravesar el Atlas para ascender nuevamente desde el norte hasta alcanzar Oukaïmeden, en una de las etapas más largas del recorrido, que nos llevaría un total de 6 horas.

Vista del Atlas desde un collado cercano a Ait Ben Haddou

Ksar de Ait Ben Haddou

Tórtola sengalesa (Streptopelia senegalensis)


Tras varias paradas de avituallamiento y algunas horas de coche llegamos a Oukaïmeden, una pequeña población hotelera construida en torno a la estación de esquí que da nombre al lugar, a unos 2.600 msnm. El objetivo de esta visita era disfrutar de varias especies de alta montaña, como son el camachuelo alirrojo (Rhodopechys sanguineus alienus) y la alondra cornuda (Eremophila alpestris). Nada más bajar del coche observamos un buen grupo de chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) así como un gran bando formado por gorriones chillones (Petronia petronia), pinzones vulgares (Fringilla coelebs) y en menor medida algunos pinzones reales (Fringilla montifringilla). Muy cerca de ellos, en el límite de las praderas con la nieve, localizamos antes de lo esperado un nutrido bando de camachuelos alirrojos y alondras cornudas, formado por decenas de ejemplares de cada especie, los cuales disfrutamos durante un buen rato.


Atravesando el Atlas antes de llegar a Forêt Toufliht

El equipo observando algunos camachuelos

Camachuelo alirrojo (Rhodopechys sanguineus alienus)

Camachuelo alirrojo (Rhodopechys sanguineus)
y alondra cornuda (Eremophila alpestris)

Alondra cornuda (Eremophila alpestris)

Vistas desde uno de los bares cercanos a Oukaïmeden


Tras reponer fuerzas en un restaurante cercano a la estación, comenzamos el descenso dirección Marrakech, ya que el día no daba para más. Para evitar complicaciones nos hospedamos a las afueras de la ciudad, al suroeste de la que fuera la capital del imperio islámico, fundada hace casi mil años. Tras un merecido descanso después de la kilometrada del día anterior, invertimos las primeras horas de la mañana en la búsqueda de colirrojos diademados (Phoenicurus moussieri) ya que a pesar de ser una especie abundante en Marruecos, aun no habíamos tenido ocasión de observar un macho en buenas condiciones. Para ello revisamos zonas abiertas salpicadas de arbustos espinosos, y porque no decirlo, de escombreras, próximas a zonas urbanas y varios campos de golf. Finalmente y tras un rato de búsqueda localizamos varios machos, pudiendo observar uno de ellos a muy corta distancia, así como numerosas urracas magrebíes (Pica mauritanica) recientemente separada de la urraca común (Pica pica) de la que tan solo se diferencia por el el diseño facial (al carecer de plumas en torno al ojo) y por mostrar una menor intensidad en las iridiscencias de las rectrices.


Una de tantas manadas de perros asilvestrados que viven en Marruecos

Urraca magrebí (Pica mauritanica)

Macho de colirrojo diademado (Phoenicurus moussieri)

Bulbules naranjeros (Pycnonotus barbatus)


Como aun era pronto decidimos visitar el archiconocido zoco de Marrakech, antes de continuar nuestro itinerario hacia la costa. La excusa principal fue probar suerte con el chagra de Senegal (Tchagra senegalus) en unos jardines cercanos al zoco, motivados por varias citas subidas a la plataforma eBird en los últimos años, aunque sobra decir que no tuvimos suerte. Durante la breve visita disfrutamos de confiados bulbules naranjeros (Pycnonotus barbatus) que daban buena cuenta de algunos dátiles, palomas torcaces (Columba palumbus), escribanos saharianos (Emberiza sahari) y un pequeño grupo de vencejos moros (Apus affinis) que se afanaban en sus persecuciones en torno a la mezquita almohade de Kutubía.


Mezquita Kutubía (s. XII) desde el parque Lalla Hasna

Grupo de escribanos saharianos (Emberiza sahari)

Zoco de Marrakech


Recuperamos la carretera y pusimos rumbo a la costa, hacia El Yadida, donde pasaríamos la noche. Conforme avanzábamos al oeste el clima se iba suavizando, a la par que un mosaico agrícola se adueñaba del paisaje. Durante el trayecto observamos nuestro único martinete (Nycticorax nycticorax) y milano negro (Milvus migrans) del viaje, así como numerosas avefrías (Vanellus vanellus) y varios aguiluchos laguneros (Circus aeruginosus). A la caída de la tarde llegamos al humedal de Sidi Moussa-Oualidia, a unos 40 km al sur de El Yadida, donde gastamos las horas de luz que restaban del día. Se trata de un humedal de alto valor ecológico de unas 4.500 hectáreas incluido dentro del convenio Ramsar, de suma importancia durante los pasos migratorios e invernada de muchas especies europeas que se desplazan siguiendo la fachada atlantica, destacando especialmente diversas especies de gaviotas, anátidas, y limícolas. Quizás una de las especies que en el pasado dio reconocimiento internacional a este humedal fue el zarapito fino (Numenius tenuirostris) hoy casi extinto a nivel mundial, y que hasta 1995 invernaba en la localidad en bajo número, llegándose a observar en una ocasión hasta 7 individuos. Durante nuestra visita las protagonistas fueron las limícolas, con más de 20 especies, entre las que cabe destacar varios correlimos gordos (Calidris canutus), agujas colipintas (Limosa lapponica) y colinegras (Limosa limosa), zarapito real (Numenius arquata) y trinador (Numenius phaeopus), ostrero (Haematopus ostralegus), chorlito gris (Pluvialis squatarola) o vuelvepiedras (Arenaria interpres) por citar solo algunas, así como otras especies de interés, entre las que se encontraban flamencos (Phoenicopterus roseus), charrán patinegro (Sterna sandvicensis), fochas morunas (Fulica cristata) o fumarel común (Chlidonias niger). De camino a El Yadida nos detuvimos cerca de Sidi Abed coincidiendo con el atardecer, donde un tardío alcotán (Falco subbuteo) puso el broche final al día.


Humedal y complejo dunar de Sidi Moussa-Oualidia

Grupo de flamencos comunes (Phoenicopterus roseus)
y cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo)

Chorlito gris (Pluvialis squatarola)

Combatientes (Calidris pugnax)

Atardecer desde Sidi Abed


A la mañana siguiente visitamos algunas zonas con presencia de torillo andaluz (Turnix sylvaticus) aunque solo fuera por fantasear con su observación, como hacen tantos otros visitantes. Tampoco tuvimos la suerte de localizar ninguno de sus característicos excrementos de tinte verdoso, lo que hubiera puesto más emoción al asunto, aunque el solo hecho de caminar por una zona donde se conoce la presencia de esta rara especie (declarada recientemente extinta en la península ibérica) ya le acelera a uno el pulso. Tras claudicar, dedicamos el resto del día de nuevo a las salinas de Sidi Moussa, donde nos entretuvimos en escudriñar un nutrido grupo de gaviotas, formado principalmente por gaviotas de audouin (Larus audouinii) y en menor medida por gaviotas cabecinegras (Ichthyaetus melanocephalus), reidoras (Chroicocephalus ridibundus), sombrías (Larus fuscus) y picofinas (Chroicocephalus genei). Tras dedicar un ratejo a las anillas, conseguimos recopilar más de 30 lecturas en poco más de una hora, en su mayoría de audouines anilladas en España, pero también algunas portuguesas, una sombría escocesa y varias cabecinegras de Francia y Holanda, que utilizan Siddi Moussa como lugar de invernada. El resto del día transcurrió sin observaciones reseñables, salvo un grupo de zampullines cuellinegros (Podiceps nigricollis) y un par de especies de limícolas más, el chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus) y un correlimos zarapitín (Calidris ferruginea), tras lo cual pusimos rumbo a Casablanca, donde pasaríamos nuestra última noche, o esa era la idea...


Campos de zanahoria en una zona con presencia de torillo andaluz

Gaviotas de audouin (Larus audouinii) marcadas en España

Gaviota picofina (Chroicocephalus genei)

Grupo de zampullines cuellinegros (Podiceps nigricollis)

Costa de Sidi Moussa

Zarapito trinador (Numenius phaeopus) con un cangrejo

La gigantesca mezquita de Hassan II (1993) Casablanca


Al día siguiente madrugamos para aprovechar nuestra última jornada de pajareo en Marruecos. Desde Casablanca cogimos dirección Rabat por la autovía, para desviarnos un poco antes de llegar a la capital dirección a la Reserva Real de Caza Chaouia-Ouardigha. Poco después de pasar Sidi Yahia realizamos sendas paradas para observar unos moritos (Plegadis falcinellus) y un grupo de alcaravanes (Burhinus oedicnemus) que rondaba el medio centenar. Una vez cerca de la reserva de caza, nos centramos en el objetivo principal de la visita, que era poder observar francolín biespolado (Pternistis bicalcaratus). Nada más llegar a la zona localizamos varios ejemplares por su característico reclamo, pero dada la densa vegetación en la que habita, formada entre otras especies, por alcornoques (Quercus suber), lentiscos (Pistacia lentiscus) y jaras (Cistus sp.) observarlo no iba a ser tarea fácil, más aun en estas fechas fuera de cortejo, en las que se muestran menos activos. Durante nuestra búsqueda resultaron muy abundantes las perdices morunas (Alectoris barbara) de aspecto y comportamiento similar, sin duda uno de los mayores handicaps de la búsqueda, pues supone sobresaltarse a cada poco. Tras un buen rato de espera en uno de los caminos cercanos a la reserva logramos observar muy brevemente a un ejemplar, que se encontraba a orillas de la vegetación. Durante nuestra espera también observamos varias especies de roedores, primero uno de color grisáceo y tamaño medio, el cual no logramos identificar, y posteriormente un pequeño ratón listado (Lemniscomys barbarus) mientras acudía a beber agua en uno de los charcos. Continuamos recorriendo los caminos durante algunas horas, con la esperanza de lograr una observación en mejores condiciones, pero a pesar de levantar hasta tres ejemplares más de entre la vegetación, tan solo obtuvimos visiones fugaces y una pésima imagen testimonial a contraluz.


Grupo de Alcaravanes (Burhinus oedicnemus)

Formación de monte bajo donde habita el francolín

Ratón listado (Lemniscomys barbarus)

Perdiz moruna (Alectoris barbara)

Francolín biespolado (Pternistis bicalcaratus)


El resto de la tarde lo invertimos en buscar al esquivo y tímido chagra del Senegal (Tchagra senegalus) también presente en la zona, pero no logramos dar con ningún ejemplar. Durante la búsqueda disfrutamos de numerosos agamas de Bribón (Agama impalearis) de muy diferentes coloraciones, y otras especies de aves más frecuentes como bulbules naranjeros, herrerillos canarios (Cyanistes teneriffae ultramarinus) y algún elanio azul (Elanus caeruleus). En una charca cercana observamos también las únicas fochas comunes (Fulica atra) y patos colorados (Netta rufina) que veríamos durante nuestra estancia. La última sorpresa antes de marcharnos nos la daría una tortuga mora (Testudo graeca) a la cual sorprendimos cruzando un camino, y que nos brindó una estupenda observación.

Agama de Bribón (Agama impalearis)

Otro individuo de agama de Bribón algo más grande

Herrerillo canario (Cyanistes teneriffae ultramarinus)

Patos colorados (Netta rufina)y fochas comunes (Fulica atra)

Tortuga mora (Testudo graeca)


Camino al aeropuerto de Rabat, donde cogeríamos nuestro vuelo de regreso, nos detuvimos en un alcornocal cercano. Allí, en compañía de un pico picapinos (Dendrocopos major) que sería la última especie que sumaríamos en el viaje, aprovechamos para poner en orden las maletas, algo caóticas tras 10 intensos días de pajareo. Cuando lo tuvimos todo listo y con bastante tiempo de margen, continuamos hacia el aeropuerto. Desgraciadamente, y para nuestra sorpresa, enseguida nos vimos inmersos en un enorme atasco que podría habernos demorado horas. Rápidamente consultamos el mapa y decidimos jugárnosla tomando una vía alternativa. Quizás fue una buena idea o quizás no, eso nunca lo sabremos, pero tomar aquel atajo nos supuso decenas de kilómetros por carreteras en obras, ya de noche y con una densa niebla. Pero el caso es que tras un buen rato de aventura, angustia aparte, y una rocambolesca anécdota que no viene a cuento, pero ya os digo que en España sería difícil de imaginar, conseguimos llegar a el aeropuerto, ¡misión cumplida!. Pero no fue así... y debido a la densa niebla nos cancelaron el vuelo, teniendo que pasar la noche en un hotel acordado por la compañía aérea desde donde nos traerían de nuevo al día siguiente para coger el avión. La parte inesperada fue que nos asignaron gratuitamente un hotel de lujo, concretamente L'amphitrite Palace Resort & Spa Skhirat, que además incluía un desayuno de bufé libre, lo que no fue un mal final tras 10 días de escapada ornitológica en Marruecos.


Aeropuerto de Rabat

Vistas desde L'amphitrite Palace Resort tras la cancelación del vuelo



Escapada ornitológica a Marruecos (I)
http://amantesdelaornitologia.blogspot.com/2018/12/escapada-ornitologica-marruecos-i-fez.html

Escapada ornitológica a Marruecos (II)
http://amantesdelaornitologia.blogspot.com/2018/12/escapada-ornitologica-marruecos-ii-er.html

Escapada ornitológica a Marruecos (III)
http://amantesdelaornitologia.blogspot.com/2018/12/escapada-ornitologica-marruecos-iii.html

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