sábado, 19 de septiembre de 2020

Osos, aves marinas y correlimos de Baird

A principios de septiembre realizamos una breve escapada a tierras asturianas y gallegas, con el objetivo principal de disfrutar de la observación de su fauna, entre las que se encuentran algunas especies tan icónicas como el oso pardo (Ursus arctos) al que no realizábamos una visita desde 2013 (ver entrada). Nuestra primera parada nos llevó al santuario de esta especie en la península ibérica, que no es otro que el Parque Natural de Somiedo, fundado en 1988, y que alberga una de las mejores densidades de oso pardo en España. Tras pasar varios días en la zona continuamos hasta el cabo de Estaca de Bares, en A Coruña, cuya situación geográfica lo convierte en una de las mejores zonas de Europa para disfrutar de la migración de las aves marinas, algo que no es de extrañar, pues es el punto más septentrional del área peninsular, además de la divisoria entre el océano Atlántico y el mar Cantábrico. Entre medias, la aparición accidental de un pequeño divagante americano, el correlimos de Baird (Calidris bairdii) propició que dedicáramos una visita a la ría de Ribadeo y su entorno, en el límite provincial entre el oeste de Asturias y la comarca de La Mariña, en Lugo, donde, además de disfrutar de este raro divagante pudimos observar otras especies de limícolas que se encuentran en plena migración postnupcial. 


Hembra de oso pardo (Ursus arctos) en el P.N de Somiedo. 05/09/20

  
Nuestra pequeña escapada, condicionada por motivos laborales, arrancó el día 3 de septiembre desde el norte de Cáceres, alcanzando nuestra primera y fugaz parada en el entorno de la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila (Zamora) a media mañana. El motivo de esta breve parada no fue otro que la observación días atrás de un halcón borní (Falco biarmicus) que se mostró aquerenciado a unas torretas de luz cercanas a la laguna del centro de visitantes entre los días 23 y 26 de agosto, no volviéndose a relocalizar posteriormente. Pese a que las posibilidades de que permaneciera en la zona siete días más tarde de la ultima cita eran remotas, la posibilidad de observar este falcónido de presencia accidental en la península bien merecía una pequeña demora. Borní al margen, Villafáfila nos regaló buenas observaciones de avutarda (Otis tarda) y diversas especies de rapaces, como culebrera europea (Circaetus gallicus) o cernícalo primilla (Falco naumanni). De allí continuamos hasta La Bañeza (León) donde café mediante, paramos, como es de rigor, a disfrutar de nuestro córvido reproductor más amenazado, la graja (Corvus frugilegus) algo que puede hacerse sin necesidad de salir del pueblo. 


Macho inmaduro de avutarda (Otis tarda)

Graja (Corvus frugilegus)



De ahí proseguimos hasta llegar al P.N de Somiedo, donde gastamos algo de tiempo antes de coger posiciones para nuestra primera espera de oso, la cual realizamos por la tarde. En este primer intento no tuvimos suerte, pero nos valió para ir afinando las referencias de tamaño de cara a la espera de la mañana siguiente, en la que no tardó mucho en salir un ejemplar, concretamente una hembra con una cría. En esta ocasión el ejemplar fue localizado por Antonio, uno de los guías de Wildwatching en la zona, con el cual coincidimos en uno de los miradores mientras acompañaba a un grupo de clientes para la observación de la especie en Somiedo. Durante este primer contacto, que se dilató algo más de una hora, pudimos disfrutar con los jugueteos y carreras del pequeño osezno, mientras la madre echaba una pequeña siesta o se afanaba en dar buena cuenta de algunos avellanos (Corylus avellana) en estas fechas en las que el pudio o aliso bastardo (Rhamnus alpina) ya va escaseando.  


Cogiendo posiciones para la primera espera

Nuevamente, ya preparados con las primeras luces

Hembra de oso (Ursus arctos) con un osezno. 

Hembra y cría poco antes de encamarse a media mañana


Tras la exitosa espera de la mañana, realizamos una visita a los lagos de Saliencia, un paraje tan concurrido como espectacular, en el que con mucha suerte y dedicándole el suficiente esfuerzo se puede observar treparriscos (Tichodroma muraria) e incluso perdiz pardilla (Perdix perdix). En nuestro caso, tras dedicarle un infructuoso rato de búsqueda a estas últimas decidimos visitar el lago de la Cueva, el primero de los que conforman la ruta de los lagos de Saliencia. Allí, grupos mixtos formados por más de un centenar de chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) y en menor medida algunas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus) se encargaban de la banda sonora, mientras decenas de aviones comunes (Delichon urbicum) y algunos roqueros (Ptyonoprogne rupestris) reposaban en los resquicios de las calizas formando pequeñas concentraciones premigratorias. 


Valle del Saliencia

Lago de la Cueva, Saliencia

Bando mixto de chovas piquirrojas y piquigualdas

Concentraciones premigratorias de avión común


Con la caída de la tarde, cambiamos de zona para realizar nuestra tercera espera de oso en otro punto diferente, donde por la mañana se habían obtenido muy buenas observaciones. Allí coincidimos nuevamente con observadores locales, compañeros y colegas de profesión, con quien siempre es un placer charlar un rato en este particular mentidero donde se aprende mucho. Lo bueno de realizar esperas es que si estás un poco atento, siempre hay algo que ver o escuchar a la zaga del protagonista. Cuando no es un rebeco (Rupicapra rupicapra) o un ciervo (Cervus elaphus) es un carbonero palustre (Poecile palustris) o un agateador euroasiático (Certhia familiaris) de igual forma que puede sobrevolarnos un águila real (Aquila chrysaetos) o un halcón peregrino (Falco peregrinus), e incluso con mucha suerte, se puede dejar ver algún que otro carnívoro, como la marta (Martes martes), el gato montés (Felis silvestris) o el armiño (Mustela erminea). A la mañana siguiente realizamos nuestra última espera en la misma zona, con más suerte que la tarde anterior, ya que no tardó mucho en aparecer otra osa, que en esta ocasión iba acompañada por dos crías. Aun hoy día resulta increíble que se pueda observar oso con relativa facilidad en la península ibérica, algo casi impensable hace un par de décadas, y similar a lo que ha ocurrido con la observación de los otros dos grandes carnívoros. Sin duda un signo inequívoco de que han mejorado mucho sus poblaciones gracias al trabajo de diversas entidades, a la par que el turismo de naturaleza se ha ido consolidando como una alternativa en las zonas rurales. 


Rebeco (Rupicapra rupicapra)

Papamoscas gris (Muscicapa striata)

Hembra de oso junto a uno de sus oseznos. 

Hembra adulta merodeando un avellano

Rumbo a un rodal donde permanecer oculta


Con esta estupenda observación pusimos rumbo a la costa gallega, realizando una breve visita al entorno la ría de Ribadeo, donde gracias al aviso de un compañero pudimos disfrutar de un ejemplar juvenil de correlimos de Baird (Calidris bairdii) localizado el día anterior en Salías, un raro divagante que tan solo cuenta con 22 registros homologados por el Comité de Rarezas de SEO/BirdLife hasta 2016. Allí coincidimos con otros observadores, entre los que se encontraban varios compañeros extremeños y lucenses con los que compartimos la observación del Baird, el cual se encontraba integrado en un bando de correlimos comunes (Calidris alpina), chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula) y algún zarapitín (Calidris ferruginea) que se disgregó poco antes de las 10:00h. Dada la corta distancia de la observación, eran apreciables algunos rasgos diagnósticos de la especie, como su forma ancha y alargada, su delicado pico o su proyección primaria, que rebasaba holgadamente las rectrices. Cabe señalar que tuvimos suerte de coincidir con él, pues tan solo estuvo presente entre el 5 y el 7 de septiembre, quizás empujado a continuar su periplo antes de tiempo por el deplorable comportamiento del que hicieron gala varios "fotógrafos", que en la mañana del 7 decidieron acercarse más de la cuenta al ejemplar, ya bastante confiado de por si. Tras este lamentable episodio, que alentó varios comunicados en rrss del COA y del CR, el ejemplar no fue localizado posteriormente por otros observadores. 


Ría del Eo/Ribadeo desde Salías

Correlimos de Baird (Calidris Bairdii) Salías, 06/09/20

Juvenil de correlimos de Baird

Juvenil de gavión atlántico (Larus marinus)


Tras esta estupenda observación, nuestros compañeros lucenses hicieron de anfitriones acompañándonos en la visita a algunas de sus zonas habituales, como la charca de Rinlo, la playa de Os Castros o la de Arealonga, donde observamos diversas especies de gaviotas y limícolas, como gaviota cabecinegra (Ichthyaetus melanocephalus), correlimos tridáctilo (Calidris alba), correlimos gordo (Calidris canutus) o vuelvepiedras (Arenaria interpres) entre otras. Tras una breve visita turística a la archiconocida playa de As Catedrais, nos despedimos de nuestros anfitriones rumbo a Estaca de Bares, donde gastaríamos nuestros últimos días disfrutando con la migración de las aves marinas. 

Playa de As Catedrais

Playa de As Catedrais desde Arealonga

Juvenil de correlimos gordo (Calidris canutus)

Correlimos tridáctilo (Calidris alba) y vuelvepiedras (Arenaria interpres)

1º inv. de gaviota cabecinegra (Ichthyaetus melanocephalus)


Pese a que la dirección y la fuerza del aire no nos acompañaron en nuestra visita a Estaca, ya que el componente predominante fue este-noreste, pudimos observar algunas especies de aves marinas. Entre el incesante flujo de alcatraces atlánticos  (Morus bassanus) y pardelas pichonetas (Puffinus puffinus) se dejaron ver algunas pardelas baleares (Puffinus mauretanicus), sombrías (Ardenna grisea) varios grupos de negrones comunes (Melanitta nigra), charrán patinegro (Thalasseus sandvicensis), charrán común/ártico (Sterna hirundo/paradisaea) y tres especies de págalos excluyendo al rabero, eso si, con cuentagotas. Allí coincidimos y aprendimos con Antonio Sandoval, quien lleva años dedicado a las aves marinas de Estaca de Bares (ver libro) y a quien no dudamos en preguntar sobre las históricas jornadas que vivieron el pasado 29 y 30 de agosto, él y otros muchos compañeros, que resultaron en el primer registro para Europa de petrel aligrande (Pterodroma macroptera) y segundo registro para España de albatros clororrinco (Thalassarche chlororhynchos) tras el obtenido en Cádiz en mayo, varios págalos polares (Stercorarius maccormicki) y petreles freira/gon-gon (Pterodroma madeira/feae) un fulmar (Fulmarus glacialis) y un sin fin de aves marinas, cuya lista completa puede consultarse en el blog de Birding León y eBird. De allí nos despedimos prometiendo volver con vientos más favorables, observando las cacerías que los atunes rojos (Thunnus thynnus) realizaban en superficie, y a cuyo revuelo acudían gran parte de la población residente de pardela cenicienta atlántica (Calonectris diomedea borealis) en su colonia más septentrional, a la par que los alcatraces realizaban sus picados y las gaviotas patiamarillas (Larus michahellis) y alguna que otra pardela balear intentaban sacar rédito de semejante espectáculo. Para esa tarde habían dado el aviso de que las orcas estaban al caer a su paso por Estaca de Bares, pero en esta ocasión no se pudieron detectar, quien sabe si en la siguiente. 


Punta Castelos desde O Vicedo

Antiguo molino de Estaca de Bares

Inmaduro de alcatraz atlántico (Morus bassanus)

Juvenil de acentor común (Prunella modularis)

Balsa de pardela cenicienta atlántica (Calonectris diomedea borealis)

Atún rojo (Thunnus thynnus) cazando en superficie

Revuelo de aves marinas en torno a los atunes

Atardecer desde el faro de Estaca de Bares


2 comentarios:

  1. Ameno el relato de tu recorrido por el norte peninsular.
    Cuando nosotros estuvimos en Somiedo, mas o menos los mismos intinerarios, no tuvimos tanto éxito. Envidia sana.
    Abrazos. Alex

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    1. Muchas gracias Alex, me alegra que te resulte ameno el relato de la escapada. Al menos en Somiedo hay que tener muy en cuenta la fecha, si no la verdad que es bastante más complicado observar oso. Un abrazo

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