martes, 26 de enero de 2016

Líquenes: Precursores de la vida

Son organismos ubicuos, podemos encontrarlos en todos los ambientes, a todas las latitudes y sobre casi cualquier sustrato, hablamos de la flora dominante en el 8% del planeta, los líquenes. Como todo el mundo sabe, los líquenes son asociaciones simbióticas entre un alga y un hongo, donde el alga aporta la materia orgánica al realizar la fotosíntesis y el hongo obtiene el agua y las sales minerales del medio, pese a lo hostil que este pueda llegar a ser. La parte vegetal se conoce como fotobionte, en su mayoría algas y cianobacterias, y la parte del hongo como micobionte, que en gran parte de los casos son especies que tan solo pueden vivir en simbiosis liquénica. Se calcula que existen unas 20.000 especies en todo el mundo, y su gran adaptación ha hecho posible que habiten todos los rincones de la tierra, e incluso el espacio (en 2005, según datos de la Agencia Espacial Europea, dos especies de líquenes antárticos fueron capaces de sobrevivir en el espacio sin ningún tipo de protección).

Líquenes sobre el pie muerto de un olmo (Ulmus minor)

Los líquenes poseen múltiples cualidades farmacéuticas, alimenticias o cosméticas, y actúan como unos fantásticos bioindicadores, reduciendo su capacidad de colonización en las zonas donde la contaminación atmosférica es alta, pero quizás, una de las cualidades más importantes de estos organismos sea la creación de suelo fértil. Debido a sus escasos requerimientos, los líquenes son pioneros colonizadores vegetales, que con su proliferación van descomponiendo poco a poco las rocas, creando junto a sus propios restos un sustrato fértil para que especies vegetales más complejas puedan comenzar a desarrollarse. Su forma más habitual de reproducción es a través de los soredios, una especie de brotes que contienen material genético del hongo y el alga, y que dispersados por el viento viajarán hasta encontrar las condiciones más propicias para su desarrollo.



En función de su morfología y método de adhesión se clasifican en los siguientes tipos:

Fruticulosos: Unidos al sustrato por una superficie de fijación reducida y con forma de pequeños arbustos. Pueden ser cilíndricos o laciniados.

Foliaceos: Se extienden sobre el sustrato, fijándose a él mediante un conjunto de ricinas o por un solo punto.

Escuamosos: Se caracterizan por estar formados por un conjunto de escamas cercanas entre sí y por presentar un borde no adherido al sustrato.

Gelatinosos: Adquieren una textura cuando menos flexible y pulposa al encontrarse húmedos. En este estado pueden llegar a ser traslúcidos.

Filamentosos: Están constituidos por una maraña de filamentos finos y de aspecto lanoso,

Crustáceos: Son el grupo más numeroso, agrupando a las partes de los líquenes que se conocen. Fuertemente adheridos al sustrato, son mayoritariamente saxícolas (viven sobre la roca), pero también hay especies cortícolas que viven sobre superficies leñosas; folícolas que aparecen sobre hojas persistentes; lignícolas, sobre madera muerta; terrícolas, sobre la tierra desnuda y humícolas sobre el humus.

Compuestos: Formados por dos tipos de talos: uno principal, generalmente crustáceo o escuamoso y mas raramente foliáceo, y otro secundario de tipo fruticuloso.


A continuación algunas especies de líquenes habituales que podremos observar sin mucha dificultad.


Evernia prunastri

Xanthoria parietina

Parmelia tiliacea

Candelaria concolor

Lecidella elaeochroma / Caloplaca flavorubescens

Melanelixia glabra

Rhizocarpon geographicum


Más información

Guía para identificar macrolíquenes epífitos en el centro de España


Bibliografía


Anguita. R. 2003. Líquenes, omnipresentes en la naturaleza. Paisajes en miniatura. Ambienta, 26.

Volkmar et al. 2004. Guía de campo de líquenes, musgos y hepáticas. Ediciones Omega.


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