jueves, 21 de julio de 2016

¿Comportamiento de duelo en reptiles?

Según la RAE, duelo significa en su segunda acepción, "Demostraciones que se hacen para manifestar el sentimiento que se tiene por la muerte de alguien." y de eso trata precisamente el tema que quiero abordar en esta entrada, pero antes me gustaría hacer algunas matizaciones. La primera de ellas trata sobre la misma definición de duelo, donde se comenta "...sentimiento que se tiene por la muerte de alguien" lo cual nos lleva automáticamente a extrapolar que es una conducta exclusiva de humanos, un pensamiento con el que ya chocó Darwin en su día, y que le hizo desterrar sus hipótesis por empecinamiento de la comunidad científica. Gracias a recientes investigaciones, el duelo y otros tipos de reacciones empáticas en animales comienzan a asumirse como algo real. El comportamiento de duelo esta bien documentado en grandes mamíferos como el elefante  (Laxodonta africana), el chimpancé (Pan troglodytes), o el delfín mular (Tursiops truncatus) por poner tan solo algunos ejemplos.


Macho de lagarto ocelado (Timon lepidus) que protagonizó
la observación de la que surge esta entrada.



Pero la empatía, esa capacidad cognitiva, perceptiva y emocional de la que nace el duelo y que nos permite situarnos en la realidad de otro, tampoco parece exclusiva de los mamíferos más evolucionados. Prueba de ello son los estudios realizados por James Burkett de la Universidad de Emory, publicados en 2015 por la revista Science, donde el y su equipo demostraron que los topillos de pradera (Microtus ochrogaster) manifiestan empatía afectiva consolando a otros individuos de su grupo que han sido estresados previamente, algo que sin embargo no ocurre en otra especie cercana de topillo (Microtus pennsylvanicus) cuya comportamiento no es social. Los investigadores también descubrieron que la oxitocina juega un papel fundamental en este proceso de contagio emocional. Y no solo ocurre en mamíferos, también en aves, como demostraron las investigaciones realizadas con cuervos (Corvus corax) de los biólogos Orlaith Fraser y Thomas Bugnyar llevadas a cabo en el centro de investigación Konrad Lorenz, en Austria, y publicadas en la revista Plus One. Durante el mismo, los investigadores observaron más de 150 peleas entre 13 ejemplares de cuervo criados en el centro, llegando a la conclusión de que los ejemplares con más vinculación dentro del grupo se consolaban tras haber sido derrotados en una pelea.

¿Donde nace la empatía?

La empatía es un proceso realmente complejo. Se ha comprobado que nace de un tipo de neurona, conocidas como neuronas espejo, que son las encargadas de activarse cuando ejecutamos una acción y/o vemos ejecutar esa acción por otro individuo, especialmente un congénere. Estas células tienen un papel fundamental en el aprendizaje imitador de los primates, al igual que en las relaciones sociales, y es donde parece que podría estar el origen de la empatía, ya que el poder sentirse en cierto modo como otro congénere, hace que esos individuos puedan reaccionar y/o adaptar su comportamiento (algo que solo se ha demostrado en grandes mamíferos) en determinadas situaciones, fortaleciendo lazos familiares y cooperativos en especies sociales y/o monógamas. Pero además, la empatía también esta vinculada por numerosos estudios a la oxitocina, un tipo de hormona de función estimulante responsable entre otras cosas de inducir el parto, la lactancia o el orgasmo en mamíferos, ya que tampoco esto último es exclusivo de los humanos. Por último, parece ser que la empatia también estaría condicionada por nuestra experiencia, ya que cuanto más rico es nuestro archivo de vivencias y emociones, mejor podemos entender en que estado se encuentra otro individuo y adaptar así nuestro comportamiento.

Aunque no existe un consenso científico, los procesos empáticos se suelen organizar de la siguiente forma:

La empatía puede dividirse en dos componentes principales:

Empatía afectiva: también llamada: empatía emotiva: la capacidad de responder con un sentimiento adecuado a los estados mentales de otro. Se supone que nuestra capacidad de empatía emotiva se basa en el: 'contagio emotivo', la afectación por el estado emotivo o de excitación del otro.

La empatía afectiva podría subdividirse en los niveles siguientes:

- Preocupación empática: compasión por otros como reacción a su sufrir.

- Aflicción propia: sensaciones propias de incomodidad y ansiedad como respuesta al sufrimiento ajeno. No hay acuerdo sobre si la aflicción personal es un tipo básico de empatía, o por el contrario, no es empatía. En esta subdivisión puede haber elementos relacionados con el crecimiento/desarrollo.
 
Empatía cognitiva: la capacidad de comprender el punto de vista o estado mental de otro/a. A menudo se usan como sinónimos los términos empatía cognitiva y teoría de la mente, /supuestos-suposiciones mentales/, pero como no hay estudios que comparen la: 'teoría de la mente' con tipos de empatía, no estaría claro si son equivalentes.

La empatía cognitiva puede subdividirse en los grados siguientes:

- Asunción de perspectiva: la tendencia a adoptar espontáneamente los puntos de vista del otro/a.

- Fantasía: la tendencia -proyectiva- a identificarse con personajes imaginarios.


Comencé esta entrada hablando del duelo, quizás una reacción empática de las más complejas que solo se le presume a algunas especies de mamíferos, pero como hemos podido ver, la empatía si se ha descrito en micromamíferos y en aves, unida a procesos fisiológicos vinculados a la oxitocina y factores cognitivos como el hecho de distinguir y elaborar vínculos dentro de un grupo. También hay multitud de casos descritos en mascotas; perros, gatos e incluso patos, presentaron un comportamiento de duelo ante la muerte de un congénere, su propietario u otra especie con la que convivían, pero en estos casos influía el troquelamiento, y requerirían de un análisis más complejo si cabe. Y tras esta introducción sobre el duelo y la empatía recupero la pregunta que da titulo a esta entrada ¿Existe un comportamiento de duelo en reptiles?

Hace un par de años, a finales del mes de mayo, me encontraba realizando unos transectos en el suroeste madrileño, concretamente en la localidad de Navas del Rey. Iba recorriendo una pequeña carretera de servicio cuando me detuve al observar a un macho y una hembra de lagarto ocelado (Timon lepidus) que se encontraban en pleno cortejo reproductivo. Tras esta breve parada, y cuando sus persecuciones y arrumacos me lo permitieron, continué. Al cabo de unos minutos regresé por la misma carretera, con tan mala suerte de toparme con la hembra recientemente atropellada. De nuevo me detuve, esta vez para examinarla, cuando vi que el macho se encontraba observandome a tan solo un par de metros. Regresé al coche y esperé para ver a que aguardaba, y he de confesar que mi primer pensamiento por desagradable que parezca fue que saldría a practicar el canibalismo. Para mi sorpresa, el macho se acercó a oler a la hembra en repetidas ocasiones, a la par que erguía y bajaba la cabeza. Lo siguiente que observé fue como el macho rodeaba a la hembra varias veces mientras se desplazaba sin utilizar las patas traseras, levemente separadas del suelo, como si las tuviera inutilizadas, tanto que llegué a pensar que de forma rocambolesca podía haberse herido durante el atropello de la hembra, pero no fue así. Al poco tiempo se aproximó un coche, el macho de lagarto ocelado se resguardó en unos zarzales próximos, y al menos en el tiempo que yo esperé no volvió a salir.


Secuencia con algunas imágenes de lo observado






El comportamiento observado me resultó más que llamativo, ya que no fui capaz de asignarle a otras pautas conocidas, pero sin más, tras comentarlo con algunos compañeros, lo dejé en ese cajón de observaciones ininteligibles que todos los que salimos a observar atesoramos. El caso es que recientemente me he topado en redes sociales con varios casos similares registrados en la misma especie. En estos casos se describen "rituales" en los que el macho se acerca a olfatear, lamer e incluso empujar con la cabeza el cuerpo de la hembra tras su atropello, como observó Rafael Pons Martín, colaborador de la web http://anfibios-reptiles-andalucia.org/


Lagarto ocelado (Timon lepidus) macho, manifestando lo que
podríamos suponer una reacción empática ante la muerte de la hembra.
Fotografía: Rafael Pons Martín

Dada la ausencia de estudios donde se aborde el tema, de estas observaciones tan solo surgen más preguntas...

¿Muestran los reptiles procesos empáticos? ¿cuán complejos son? ¿existe un comportamiento de duelo en reptiles? ¿que sentido tiene la empatía en especies que no mantienen vínculos sociales ni son monógamas? 

Me gustaría terminar esta entrada citando un párrafo de la catedrática en antropología Barbara J. King, quien en 2013 publicó un libro sobre el comportamiento de duelo en animales.

"Es logico pensar, que las especies longevas cuyos miembros viven en pareja, clanes familiares o comunidades cerradas, tienen más posibilidades de sentir pesar por la pérdida de individuos cercanos. Pero aun no sabemos lo suficiente sobre el duelo animal para afirmarlo con seguridad. Se necesita contrastar esta hipótesis mediante la comparación minuciosa de las reacciones ante la muerte en diversos sistemas sociales animales, desde los gregarios hasta aquellos en que los individuos solo se congregan temporalmente con fines de alimentación o reproductivos"


Bibliografía

Burkett, J. P., et al. "Oxytocin-dependent consolationbehavior in rodents" Science. January 2015

Fraser, O & Bugnyar. T., “Do Ravens Show Consolation? Responses to Distressed Others,” by  PLoS one Vol. 5 Iss. 5. DOI:10.1371/journal.pone.0010605

King, B. J., How animals grieve. The University of Chicago Press: Chicago and London. 2013


2 comentarios:

  1. Una pasada de erudición. No estoy de acuerdo con todo lo que dices (por instinto;no lo he estudiado tan profundamente como tú) pero me encanta leer tus opiniones tan sugerentes y bien fundadas. Enhorabuena Hugo.

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    1. Muchas gracias Dave, el desacuerdo es enriquecedor. Saludos

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