sábado, 1 de julio de 2023

Un viaje a través de algunos parajes naturales de Cádiz, Málaga y Granada

Tras unos intensos meses de trabajo de campo tocaba parar unos días y desconectar, para encarar las últimas semanas de censo previas al verano con renovada energía. Aprovechando los coletazos de esta atípica primavera en la que de promedio, la temperatura ha sido más agradable a principios de junio que durante gran parte de abril y mayo, entre el 3 y 11 de junio realizamos una escapada al sur de la península, concretamente a través de algunos parajes naturales de las provincias de Cádiz, Málaga y Granada que, o bien teníamos pendientes, o ya habían pasado muchos años desde la última vez que los visitamos. A diferencia de lo que viene siendo habitual en nuestros viajes, en esta ocasión los objetivos principales no fueron faunísticos o botánicos, si no paisajísticos y culturales, aunque como es lógico e inevitable, también hubo tiempo para la observación, disfrutando incluso de algunas sorpresas, como la orquídea Anacamptis pyramidalis, la cual no habíamos observado aun en floración, o de un inesperado halcón de Eleonora (Falco eleonorae) en tierras granadinas.  




Nuestro viaje comenzó el día 3 de junio con una breve visita al entorno del Parque Natural de la Sierra de Grazalema (Cádiz) concretamente al Puerto de las Palomas (1.180 msnm) donde acompañados de algunas chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) y otros paseriformes, disfrutamos de sus espectaculares paisajes y de un primer contacto con varias pequeñas formaciones de pinsapo o abeto andaluz (Abies pinsapo). Esta conífera catalogada como En Peligro a nivel global por la UICN es endémica de la zona occidental del sistema Bético, cuya distribución comprende únicamente las provincias de Cádiz y Málaga. En base a diversos estudios genéticos, algunos autores han  propuesto que los pinsapos del norte de Marruecos, considerados históricamente como una subespecie del pinsapo (A. pinsapo marocana) deberían elevarse al rango de especie, lo que supondría un nuevo endemismo para España y más peso en la conservación de esta especie relicta de las grandes masas de coníferas del periodo Terciario. A la vera de los pinsapos también pudimos disfrutar de otro endemismo botánico andaluz, como el cardo  perruno (Ptilostemon hispanicus) cuyas coloridas inflorescencias no pasaban desapercibidas. 


Itinerario del viaje a través de las provincias de Cádiz, Málaga y Granada


Desde allí continuamos hasta Ronda (Málaga) donde nuevamente, acompañados por decenas de chovas piquirrojas y algunos gorriones chillones (Petronía petronia) entre otras muchas especies de aves,  visitamos el Puente Nuevo, su monumento más emblemático, el cual fue elevado a la categoría de Monumento Natural en 2019. Tras la construcción de un puente anterior en 1735 que se derrumbó seis años después, en 1751 se inició la construcción del Puente Nuevo, la cual duraría 34 años, terminándose en 1793. Con un total de 98 metros de altura sobre el escarpado tajo del río Guadalevín, fue considerado el puente más alto del mundo hasta 1839. Al estar construido con materiales extraídos del propio Tajo de Ronda, el puente se integra visualmente en el paisaje, generando una consonancia cromática con el propio acantilado que resulta muy atractiva.


Vistas desde el Puerto de las Palomas, Grazalema.

Formación de pinsapos (Abies pinsapo) en el Puerto de Las Palomas, Cádiz

Cardo perruno (Ptilostemon hispanicus)

Municipio de Grazalema (Cádiz)

Puente de Ronda (Málaga)

Tajo de Ronda desde la parte inferior de la ciudad

Chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax) en el Tajo de Ronda

Puente de Ronda desde los Jardines de Cuenca


A la mañana siguiente visitamos la localidad gaditana de Setenil de las Bodegas, municipio conocido por su conjunto histórico, en el centro del cual, se encuentran varias calles incrustadas en el propio tajo formado por el río Trejo, que atraviesa la localidad. Tras recorrer algunas de sus empinadas cuestas, iluminadas por un sinfín de incólumes encalados, disfrutamos de un plácido desayuno a orillas del río, amenizado por los incesantes reclamos de tres especies de vencejos; común (Apus apus), pálido (Apus pallidus) y real (Apus melba) entre los que se colaba a destiempo el monótono canto de algún escribano soteño (Emberiza cirlus). En estas cuevas, en las que se han encontrado signos de ocupación que datan de hace más de 5.000 años, encontramos algunas colonias de avión común (Delichon urbicum) en sustrato natural, quien sabe si en las mismas ubicaciones donde los observaran los antiguos habitantes del lugar. 

Continuamos nuestro recorrido atravesando el Parque Nacional de la Sierra de las Nieves, en la provincia de Málaga. Con cerca de 23.000 ha. este paraje natural fue elevado en julio de 2021 a la máxima categoría de protección, convirtiéndose así en el decimosexto Parque Nacional de España. Entre sus muchos valores naturales destaca el mayor bosque de pinsapos (Abies pinsapo) del mundo, con casi 3.000 ha. de extensión que albergan el 80% de los ejemplares de esta especie a nivel global. A esta formación nos aproximamos a través de un breve transecto desde Puerto Saucillo, acompañados por distintos paseriformes entre los que destacaban algunos páridos, como carboneros garrapinos (Periparus ater) o herrerillos capuchinos (Lophophanes cristatus), así como reyezuelos listados (Regulus ignicapilla), mosquiteros papialbos (Phylloscopus bonelli) o piquituertos (Loxia curvirostra). Aunque no tuvimos la suerte, cabe señalar que este paraje es una buena opción si se quiere disfrutar de otro endemismo andaluz como es la salamandra penibética (Salamandra longirostris) históricamente considerada como una subespecie de la salamandra común (Salamandra salamandra) y únicamente presente en las provincias de Cádiz y Málaga.


Calle Cuevas de la Sombra, Setenil de las Bodegas (Cádiz)

Colonias en roca de avión común (Delichon urbicum)

Calle Cuevas del Sol, Setenil de las Bodegas (Cádiz)

La Sierra de Las Nieves desde el mirador del Guarda Forestal

Vistas del pinsapar desde Puerto Saucillo

Pinsapar del PN de la Sierra de Las Nieves

Formaciones de pinsapo próximas al mirador

Distribución del pinsapo (Abies pinsapo) en la península ibérica. Fuente: Junta de Andalucía


La tarde aun nos deparaba nuevos e impresionantes parajes a través del desfiladero de los Gaitanes (Málaga) más conocido por sus famosas pasarelas de servicio, que actualmente reciben el nombre del Caminito del Rey. A principios del siglo XX se inició la construcción de una central hidroeléctrica que mediante un canal, aprovecharía el desnivel entre los embalses del Guadalteba y el Guadalhorce con el del Chorro para generar electricidad. Esta obra incluyó además unas vertiginosas pasarelas de mantenimiento que a lo largo de más de 5 km. permitían a los operarios acceder a la totalidad del canal. Conocidas en origen como Los Balconcillos, tras la visita inaugural de Alfonso XIII en 1921 se fue generalizando el nombre con el que se conoce en la actualidad a este sendero. Con el paso de los años estas pasarelas se fueron abandonando, convirtiéndose en uno de los senderos más peligrosos de nuestra geografía, lo que atrajo a numerosos aficionados/as a la escalada, en algunos casos con trágicas consecuencias. Los vídeos de este paraje subidos a redes sociales generaron una enorme expectación, lo que llevó a la rehabilitación de este sendero que fue inaugurado en 2015, recibiendo desde entonces más de 4 millones de visitantes. 

A través de las caprichosas formaciones de caliza del embalse del Gaitanejo accedimos por el extremo norte del Caminito del Rey, donde esperamos nuestro turno (conviene comprar las entradas con bastante antelación) entretenidos con algunas ardeidas inesperadas, como martinete (Nycticorax nycticorax) o garza imperial (Ardea purpurea). Una vez recibido el material de protección y los auriculares, comenzamos nuestro recorrido guiado a través del desfiladero, el cual poco a poco va ganando altura sobre el curso fluvial del Guadalhorce mientras se intercalan espectaculares paisajes con curiosidades históricas. Entre decenas de buitres leonados (Gyps fulvus) y palomas domésticas (Columba domestica), las cuales emulan a sus ancestros bravíos anidando en cavidades rocosas inaccesibles, tan solo algunos vencejos reales (Apus melba) y una pareja de halcones peregrinos (Falco peregrinus) consiguieron robar algo de protagonismo al recorrido  en este primer tramo. Tras el primer encajonamiento se llega a los Tajos de Almorchón, con un paisaje dominado por repoblaciones de pino carrasco (Pinus halepensis) y salpicado de algarrobos (Ceratonia siliqua) en el que se intercalan maquias mediterráneas compuestas por lentiscos (Pistacia lentiscus) o palmitos (Chamaerops humilis) entre otros arbustos. Tras atravesar esta formación que ofrece una estupenda panorámica del desfiladero, llegamos al segundo encajonamiento, que se vuelve aun más vertiginoso al ganar gran altura sobre el cauce, hasta llegar a su punto máximo en el puente colgante que cruza el río, momento en el que comenzamos a descender para poner fin al recorrido. 


Formación de calizas en el embalse del Gaitanejo

Zona norte del Caminito del Rey

Paloma doméstica (Columba domestica) en hábitat similar al que ocuparían
su ancestro silvestre, la paloma bravía (Columba livia)

Halcón peregrino (Falco peregrinus)

Tajos de Almorchón

Embalse Tajo de la Encantada

Maquia mediterránea entre las que destacan adelfas (Nerium oleander) en floración

Zona sur del desfiladero de Los Gaitanes

Tramo del sendero sobre el embalse del Tajo de la Encantada

Trazado del actual sendero sobre las antiguas pasarelas de servicio

Restos de las antiguas pasarelas de servicio

Puente sobre el desfiladero de Los Gaitanes


Tras hacer noche en la zona, continuamos al día siguiente hasta el El Torcal de Antequera. Esta formación de 1.171 ha. fue declarado en 1929 como el primer espacio natural de interés nacional de Andalucía, elevado a Paraje Natural en 1989, además cuenta desde 2016 con el reconocimiento de Patrimonio Mundial otorgado por la UNESCO. Para entender la formación de este particular paraje kárstico debemos remontarnos más de 150 millones de años hasta el periodo Jurásico, cuando la zona formaba parte del corredor marítimo que conectaba el primitivo océano Atlántico con el incipiente mar Mediterráneo. Más tarde, durante la orogenia alpina (hace unos 65 millones de años) estos fondos marinos se elevaron por fuerzas geológicas dando lugar a a cadenas montañosas, que en algunos casos, tras ser sometidas durante millones de años a distintos procesos erosivos como la gelifracción, dieron como resultado formaciones tan singulares como la del Torcal de Antequera.

En nuestra segunda visita al Torcal tras la realizada en 2017, decidimos recorrer el itinerario amarillo, de unos 3 km. de trazado y unas dos horas de duración a paso tranquilo. Al margen de las espectaculares formaciones rocosas disfrutamos con la observación de más de 30 especies de aves, entre las que se encontraban los omnipresentes colirrojos tizones (Phoenicurus ochruros) y roqueros solitarios (Monticola solitarius) u otras menos abundantes como vencejo real (Apus melba), mosquitero papialbo (Phylloscopus bonelli) o curruca mirlona (Curruca hortensis) por citar tan solo algunas. Tampoco faltaron a su cita distintas cabras montesas (Capra pyrenaica) que imprimían icónicas imágenes del paraje cuando prominentes se encaramaban sobre su característico relieve, en algunos casos acompañadas aun de crías pequeñas a las que daban de mamar. A nivel botánico tuvimos la grata sorpresa de disfrutar de algunos ejemplares de la orquídea Anacamptis pyramidalis muy vinculada a sustratos calizos, las cuales se intercalaban con los abundantes lirios hediondos (Iris foetidissima) presentes durante todo el recorrido.


Formación kárstica en el Torcal de Antequera

Lirio hediondo (Iris foetidissima)

Cabra montesa (Capra pyrenaica) en formaciones calizas del Torcal

Formaciones calizas modeladas por procesos de gelifracción

Hembra de cabra montesa amamantando a su cría

Orquídea Anacamptis pyramidalis

Abeja del género Anthidium

Algunos de los parajes que atraviesa el sendero amarillo


Nuestra siguiente etapa nos llevaría hasta la costa granadina, donde nos esperaban varios días algo más relajados a orillas del mar. A nuestra llegada al peñón de Salobreña y coincidiendo con la puesta de sol, pudimos observar un grupo de entre 15-20 calderones comunes (Globicephala melas) sorprendentemente cercanos a la costa y desplazándose rumbo este. También visitamos la playa de Cantarriján, en el término de Almuñecar. Allí, acompañados por los incesantes reclamos de una familia de papamoscas grises (Muscicapa striata) observamos de manera puntual algún adulto de gaviota de Audouin (Ichthyaetus audounii) entre varias gaviotas patiamarillas (Larus michahellis) de la subespecie nominal, propias del litoral mediterráneo. Aunque quizás la imagen más llamativa a falta de camaleones, fue la de un par de cabras montesas a nivel del mar. Para finalizar nuestra estancia en la zona visitamos el barrio mudéjar de la localidad malagueña de Frigiliana, en el límite sur del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, donde observamos un juvenil de lagartija andaluza (Podarcis vaucheri) dando caza a una hormiga.

A la mañana siguiente, emulando al célebre hispanista Gerald Brenan en su conocida novela Al sur de Granada, pusimos rumbo a La Alpujarra, no sin antes realizar una breve parada en uno de los humedales de interés de la zona, como es la Charca de Suarez, en Motril. Desgraciadamente la charca se encontraba cerrada al público debido a la baja de la persona que la atiende, algo más que comprensible a título privado, aunque resulta inexplicable que una administración local no sea capaz de relevar al trabajador/a durante sus días de baja, cerrando durante más de una semana un humedal de titularidad pública, lo que denota cierto desinterés en materia medioambiental. Durante nuestra breve visita a La Alpujarra, en la falda sur del Parque Nacional de Sierra Nevada, recorrimos las insignes calles de Lanjarón, las encantadoras callejuelas de Pampaneira, las empinadas y frondosas laderas de Capileira y las embrujadas rúas de Soportujar, donde la fauna se tornó algo más mitológica. 


Fotografía realizada con móvil de un calderón común (Globicephala melas)
desde el peñón de Salobreña el 05/06/2023

Playa de Cantarriján, Almuñecar
     
Barrio Mudéjar de Frigiliana

Juvenil de lagartija andaluza (Podarcis vaucheri) dando caza a una hormiga

Formación de frondosas desde la localidad alpujarreña de Capileira

Capileira desde el mirador de Sierra Nevada

Casa de Baba-Yaga, Soportújar

Araña tejedora de Sueños, Soportújar

Serpiente Maléfica, Soportújar

Fuente del Dragón, Soportújar

Panorámica desde el mirador de Lanjarón


La última etapa del viaje nos llevaría hasta la ciudad de Granada, donde disfrutaríamos durante tres días del incesante trasiego de su barrio más conocido, el Albaicín. Camino de tierras iliberitanas realizamos una pequeña parada en la laguna del Padul, único humedal endorreico de la provincia de Granada, adscrito al convenio RAMSAR y a la zona de protección del Parque Natural de Sierra Nevada, sobre el que aun se cierne la amenaza de la construcción de una embotelladora. Allí, entre más de 30 especies de aves comunes, como el aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus), el rascón europeo (Rallus aquaticus) o el carricero común (Acrocephalus scirpaceus) tuvimos la suerte de localizar un ejemplar de morfo claro de halcón de Eleonora (Falco eleonorae) que descansaba en los arboles secos del centro de la laguna, al que posteriormente observamos en vuelo. Según observaciones posteriores reportadas en eBird el ejemplar permaneció al menos durante cuatro días más en la localidad. Esta observación se encuadra dentro de los movimientos prereproductivos que realiza este falcónido estival al regreso de su migración invernal a Madagascar, durante los cuales puede adentrarse al interior peninsular, visitando principalmente extensos pinares y zonas de montaña, en los que hace acopio de energía antes de ocupar sus territorios de reproducción en islas Columbretes, Baleares y Canarias.

Durante nuestra estancia en Granada, en la que disfrutamos de su gastronomía y de algunos de sus monumentos más destacados, las observaciones de aves fueron menos frecuentes, evidenciándose algunas ausencias notables, como es el caso del cernícalo primilla (Falco naumanni) reintroducido en la Alhambra entre 2006-2013, o la grajilla (Corvus monedula), con observaciones puntuales de uno o dos individuos en ambos casos. Entre tapas, dulces y baños árabes, también sacamos tiempo de visitar nuevamente y tras más de una década el monumento con mayor afluencia turística de España, la Alhambra. Al margen de su valor en términos históricos y arquitectónicos, si uno presta atención abstrayéndose del bullicio, también podrá disfrutar de otros valores, en este caso naturales, entre los que se incluyen especies de aves como el autillo (Otus scops), roquero solitario (Monticola solitarius), piquituerto (Loxia curvirostra), reyezuelo listado (Regulus ignicapilla) o incluso anfibios como el gallipato (Pleurodeles waltl) con cuyas imágenes ponemos fin a una escapada más que recomendable. 


Halcón de Eleonora (Falco eleonorae) de morfo claro en la laguna del Padul
08/06/2023 

Halcón de Eleonora en vuelo mostrando su inconfundible silueta

Vista de la Alhambra desde San Miguel Alto

Fuente de los Leones, la Alhambra

Patio de Los Leones-Palacios Nazaríes

Macho de roquero solitario (Monticola solitarius) sobre la Alhambra

La Alhambra desde el mirador de San Nicolás con Sierra Nevada de fondo

Fresco de la Alhambra con algunas especies de aves que suponen un reto de identificación

Otra parte del mismo en la que se identifican jilgueros, y quizás ruiseñores y palomas

Vistas del barrio mudéjar del Albaicín desde la Alhambra

Macho de piquituerto (Loxia curvirostra) en los jardines de la Alhambra

Gallipato (Pleurodeles waltl) en los jardines de la Alhambra

Jardines de la Alhambra


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